Durante los días 6, 7 y 8 de Septiembre todo aquel que lo deseara tuvo la oportunidad de visitar el Saint Peter of Moscow, una réplica de galeón que tras 2 años de singladura recaló en Águilas.
Al llegar lo primero que se me ocurrió fue saludar con el tradicional "Dobrae Útra", uno de los resquicios de torpísimo ruso que me quedaron gracias a mi amigo Yevgheny Sergevich cuando conviví con él de crios.

Ya habían llegado otras personas que, indudablemente ya se estaban inmortalizando para el final de sus días en el citado galeón. Al subir de un salto a la pasarela pregunté a una mujer si podía subir, cosa que me permitió, aunque ella "no era la encargada".
Entonces ví asomar una cabeza a través de la cubierta y constaté que ésa era mi rusa escondida. A ella sí que le saludé en ruso y su impresión sobrepasó todas mis expectativas, ya que se quedó impresionada un instante con los ojos como platos y una mirada algo más familiar. Me corrigió levemente la pronunciación -la cual no recuerdo- y para culminar, al salir el segundo de a bordo, le solté la frase que me aprendí en su día (Soy español, no hablo ruso) en su propio idioma. Si fue simpatía intrínseca de ellos o de mí, o la magia desatada que se manifiesta tras tender una mano hacia los extranjeros, metáfora de aprender algo en su idioma, no lo sé.
El hecho es que me pasé cerca de hora y media paseando por cubierta, registrando los camarotes, admirando esa madera desgastada con total libertad.
Al interesarme por ellos la chica me explicó como pudo enseñándome un mapa trazado que venían desde su país a través del Rhin, por el mar Negro y cruzaron todo el Mediterráneo desde Turquía por Grecia, Italia, Baleares y España. Sospecho que costeando llegaron a mi dulce pueblo.
Me causaron cierta impresión y quizás, si me hubieran pillado en otro momento les hubiera pedido acompañarles (tampoco es que me hubieran llevado, pero intentarlo se podía...)
Tras presentarme a la tripulación completa y comentarme algo en un ruso incomprensible para mí -lo cual a pesar de ello agradecí con un interés admirable- me puse a la tarea de retratar el Sain Peter of Moscow lo mejor que pude.
En todo momento al mirar el cirílico me estuve acordando de Yevgueni, así que en su memoria le dedico este álbum con la promesa de ir a verle en cuanto pueda.
Campanas, madera (una maravillosa madera vetusta), jarcias, cabos, relojes, timón, bandera, y mucha ilusión, como la que fue necesaria para cruzar el charco con estos cacharros de madera (¿o era necesidad?) todo ello es el Saint Peter of Moscow...
Reloj del camarote del capitán
Sólo una cosa me deja intranquilo, y es que en mi afán de socializar con ellos y que se sintieran cómodos, estuve tarareando un rato el himno de la armada que escuchamos todos en aquella película La Caza del Octubre Rojo, que si bien de factura americana, tenía unos coros rusos apabullantes. Espero que no tuvieran una ideología que chocara con ello, aunque quiero pensar que en el fondo les hizo gracia.
Durante todo el tiempo la madera me conducía fascinado de proa a popa, retándome a conseguir retratarla como se merecía. Me temo que no lo conseguí, pero puedo asegurar que era una preciosidad...
Esta instantánea maravillosa la exhibo con orgullo dedicada a K.G, quien extrajo de una idea mal llevada a cabo una preciosidad como ésta
Me quedé asombrado al ver este monumento viajero; así que no les importó que lo inmortalizara. Lo mejor de todo no se ve, (la poca luz no lo permitió): un jamón colgado junto a la estufa...Pero por supuesto lo que todos nos preguntamos es: ¿Qué está escrito?
A ésta última le tengo un cariño especial; veo en ella una sutil belleza y nostalgia que caracterizaría a hombres de mar...
Como todo niño lector, soñé con mares caribeños, balas de cañón, madera y pólvora; pero el problema es que sigo soñando con ellos. Hasta el punto que aún me sigo planteando si debería haber formalizado lo de entrar en la Armada...En cualquier caso tengo claro que cumpliré mi sueño de varias semanas de navegación a vela, sintiendo arrepentimiento cada vez que la tormenta sacuda el casco e ilusión infinita cada vez sienta el golpetear de las velas y las jarcias al viento....


























Precioso ¡¡¡
ResponderEliminarEse khal dune...
ResponderEliminarBienvenidos a la inauguracion de mi nueva era zagales!
ResponderEliminarMuy buen reportaje, así como las fotografías. Seguiré tu blog!!
ResponderEliminarUn abrazo
Ey!! Cuanto tiempo Víctor!Ya hablamos por el medio adecuado...
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